Hace un mes recibí un email de un tal Oriol que me decía que se iba a venir un par de semanas y que quería hacer un reportaje basado en una pregunta: ¿por qué tantos occidentales sienten fascinación por Japón?.
Yo encantadísimo, claro, así que pusimos una fecha y un sitio, y desde aquel mensaje me dediqué a pensar en una posible respuesta... pero es que me venían muchas ideas a la cabeza y al final decidí escribirlas todas para que no se me olvidasen.
Oriol me hizo una pequeña entrevista en Honmonji, mi sitio más especial de todo Tokyo sin ninguna duda, y hablé y hablé sin parar. Fue muy informal, no había nada preparado más allá de tener la pregunta en la cabeza, y por eso creo que quedó muy bien. Además pasamos un rato genial.
Pues bien, ya tenemos el trailer del reportaje, que promete muchísimo, tengo unas ganas de verlo del copón:
Y de propina, aquí va la respuesta que me fui preparando durante esas dos semanas, a ver si alguien es capaz de acabarse semejante ikubiblia:
¿Por qué a tantos occidentales les fascina Japón?
Yo tengo distintas teorias. Por un lado está toda la cultura tradicional de Japón: samurais, geishas, artes marciales... todo el sentido del honor y del respeto, toda la leyenda que envuelve un poco a este país y que es muy atractiva a nuestros ojos.
Después uno llega y no es como te lo imaginas, es que yo creo que no se puede imaginar en realidad. Uno de repente está en un lugar donde te sorprendes allá donde miras: los neones, la cantidad de gente que hay, los templos, la tecnología, los trenes, los taxis, la comida, la gente, los locales... incluso el suelo que está tan limpio.
Esa es la fase turista, la que experimenta todo aquél que viene por primera o segunda vez y no está más allá de un mes. La gente es amable y todo es tan diferente que dificil es no salir fascinado, embelesado, encantado del país.
A medida que se va pasando más tiempo aquí, te das cuenta de que no todo es tan bonito. Te encuentras muchas trabas por ser extranjero y por ejemplo, algo que en teoría debería ser tan sencillo como abrir una cuenta en el banco se convierte en todo un reto prácticamente imposible de superar si no se tiene a algún amigo japonés que se pelee por ti.
Vas a una reunión de trabajo con un compañero japonés y aunque todo el mundo habla inglés, te obvian y te sientes totalmente inútil.
Te para la policía de vez en cuando y te hacen mil preguntas sin sentido, a mi incluso me han cacheado un par de veces.
He conocido gente que vive aquí amargada porque pasan tantas horas en la oficina que no tienen tiempo de ver o hacer nada, otros que dicen que es prácticamente imposible hacer amistades en Tokyo, que la gente es muy falsa y muy fría, y se encierran en sus casas sin más plan que internetear todo el día.
Y entonces es ahí cuando yo me planteo la pregunta que me haces, porque practicamente cualquier sitio es ideal si se está de vacaciones. Aún viviendo todo esto, aún con la parte menos amable, entendiendo que se van a dar este tipo de situaciones... ¿nos sigue fascinando Japón?
Dependerá de la capacidad y del aguante que tenga cada uno para saltar todas esas vallas que van apareciendo. Hay que dar mucho de uno mismo, hay que tener fuerza de voluntad, hay que saber lo que se quiere y estar dispuesto a luchar por ello.
Por ejemplo, basta aprender un poco de japonés para abrir puertas, y aún así conozco a gente que lleva años y ni se lo plantea. La diferencia de vivir aquí hablándolo, aunque sea mal, compensa tanto el esfuerzo que no me valen las típicas excusas de "es muy dificil, no tengo tiempo...". ¡¡Coño, claro que es difícil, pero estás viviendo aquí quejándote de que nadie habla inglés y no haces nada!!
Así que si partimos de que no es tan fácil vivir aquí como parece, a mi me sigue fascinando porque desde el primer día me he sentido acogido y arropado pero tengo claro que es porque no he esperado a que me cayesen las bendiciones del cielo, sino que he tomado la iniciativa peleando por aprender el idioma, por entender sus costumbres y respetarlas aunque no comparta algunas, por tener claro que quiero hacer cosas como ir a Karate y a las clases de ceremonia del té y seguir yendo a pesar de situaciones incómodas, decepciones y frustraciones, obviando a gilipoyas y amargados, que serlo no entiende de nacionalidades.
Y quizás el mayor motivo que tengo yo para seguir fascinado es que en todo lo que me he tomado en serio, en lo que he puesto un poco de mí mismo, me han valorado, me han tratado con respeto como uno más. Sin serlo, pero siéndolo.