lunes, 10 de diciembre de 2007

El taxista que no tenía GPS

El otro día mi jefe me invitó a que fuese a su casa. Es una de esas "invitaciones" que no puedes declinar tan a la ligera, y por eso me tuve que ir pronto cuando estaba en lo mejor de la conversación con Aran y Nora.

Mi jefe es una de esas personas que sabe escuchar y que trata siempre de buscar una solución a los problemas sin buscar culpables. Así que tuvimos una de esas charlas en las que se pone cada cosa en su sitio, y al acabar me dijo que me daba unas cuantas cosas para mi casa entre las que se encontraban una estantería y un par de estufas.

Esto requería un taxi, así que paramos uno y le llenamos el maletero. Como siempre que cojo uno, me vi enseñándole al taxista el papel que siempre llevo en la cartera y que tiene mi dirección escrita en japonés. Normalmente lo meten directamente en el GPS y ahí se acaba la conversación hasta la hora de pagar la carrerita.

Esta vez fue muy diferente. El taxista, un señor de unos sesenta y muchos años, no tenía GPS y no tenía ni idea de por donde caía lo que ponía en el papelote aquel. El hombre, lejos de avergonzarse o enfadarse, se partía de la risa y a mi me entró una risa floja que todavía me dura. ¡Era super gracioso el señor!. Total, que le empecé a contar cómo ir a mi casa, porque más o menos me sabía el camino.

Seguro que yo sonaba a algo así en japonés:
- Mi casa, estación a la derecha, por favor.
- Esa calle no, la otra a la izquierda jao
- Mi fumar en pipa

Y el hombre en vez de disimular que mi japonés era bueno, como te suelen decir aunque uno sabe que es mentira cochina, se descojonaba más. Y no paraba de repetir "si es que ya me dice mi mujer que me tenía que comprar un GPS, pero yo es que no entiendo esos cacharros". Yo me moría de risa.

Además, cada vez que paraba en un semáforo, se dedicaba a buscar por todos los recovecos del taxi un mapa de Tokyo que él pensaba que tenía: sacaba las cosas de la guantera, se descojonaba, miraba debajo del asiento, se partía... os juro que el hombre era graciosísimo!.

Pero yo de repente vi la luz, la del seven eleven de al lado de la oficina para ser más exactos, y desde ahí ya me sabía el camino, con lo que le seguí explicando en mi indio-japonés cómo ir, y él no podía hacer nada por aguantarse la risa.

Yo le conté por donde volvía yo en bici, pero resulta que una de las calles es en dirección prohibida y no se podía pasar con el coche. Entonces el taxista dice "ayayay", pone marcha atrás, y retrocede hasta el cruce donde puede rectificar, pero en vez de hacerlo, se para y se empieza a reir. Yo hacía un rato que lloraba ya.

Cuando llegamos, por fin, a mi casa, me da las vueltas mal, añadiendo cinco mil yenes de más. Se lo digo, y entonces se pone serio por primera vez (quizás en su vida), y me da las gracias, y mil yenes menos. Le digo que me faltan mil yenes, y más serio que nunca, me pide mil perdones y se pone nervioso no acertando a sacar el billete.

Finalmente, me ayuda a descargar las cosas, le doy las gracias y se va. Yo subo la estantería por las escaleras mientras me doy cuenta que hacía mucho tiempo que no lloraba de la risa.


Cada vez que voy a por un libro, me entra flojera en las piernas...

7 Ikucomentarios by la patilla
Anónimo dijo...

Menudo cachondo el taxista... me parto de risa imaginándomelo...

Anónimo dijo...

Y cuanto tardasteis en hacer el recorrido??
El libro de ken follet es en japones??

triki dijo...

Que bueno!!
A mi me encantan los taxistas cachondos , siempre que me toca uno un poco divertido le dejo una buena propina por la charla, ya que la mayor parte de las veces es un coñazo, toca ir en silencio total y escuchando la emisora (generalmente malísima) que le gusta al taxista.
¿No es un poco raro que tu jefe te regale cosas?

Toscano dijo...

Pues si que estuvo gracioso, si!

Saruli, no no, es en castellano, es el último libro que me quedaba, pero el otro día pude comprar un par de ellos más.

Triki, aquí los taxis no tienen emisora de esa de la tía hablando y dando la chapa, y tampoco ponen música, así que los viajes suelen ser tranquilos. Lo de mi jefe, son cosas que él no utiliza, así que me las pasa porque si las tira tiene que pagar. No le cojo todas, ojo, por muy jefe que sea!

triki dijo...

jod**!! que roñoso tu jefe te lo regala porque sino tiene que pagar... ya me parecía a mi demasiado bueno. Pero en fin si te viene bien para el piso, yo casi recojo un sillon de tres plazas de la calle pero no tenía coche grande a mano que sino, y es que estaba nuevo, aun lo lloro de vez en cuando al sofá.

Anónimo dijo...

Vamos que el viaje mas gracioso de tu vida, no como aqui que los taxistas se los pasan cagandose en el de enfrente que ha hecho la pirula!!

Una pregunta, son caros los taxis en Tokyo? tiene pintas de que mucho...

Toscano dijo...

Triki, no es roña no!. Por ejemplo, la tele que tengo me la regaló él y la podía haber vendido sin problemas. Y la estantería igual, el tío sabe que yo ando escaso de muebles y siempre se acuerda de mi.
Y no tengo ningún problema en decirle que no si algo no me gusta. Si no se lo cojo yo, lo vende o lo tira. Es un tío majo!

Txisko, pues entre mi jefe y mi casa habrá unos 10 km y me cobraron unos 4000 Yenes (unos 28 € así a ojo). Creo que los precios son bastante similares a los de allí, ¿no?.




¡Ay madre, que de letras!
¡Tengo miedo!



Buuuuuuuuuurp!